miércoles, 14 de julio de 2010

Cuentos

Los cuentos bonitos no entienden de finales. Se empieza por un había una vez y quizá el “y se marchó” nos empapa más el corazón que un “y fueron felices”. Lo importante de los cuentos bonitos es la princesa, porque aunque parezca que nadie la tome enserio tiene mucho que objetar. Siempre se describe a la princesa como la muñeca de porcelana que muchos pueden tirar y romper, el premio del príncipe valiente que hay que conseguir ya sea salvándola de brujas malvadas, de genios hechizados, de venenos que la hacen dormir o de su familia. Un premio fácil que muchos quieren conseguir y que el mejor postor se la lleva. Cuando la princesa igual lo que quiere es cambiar el cuento y que el final sea diferente al que ya se creó, diferente al que todo el mundo espera, pero único para ella.

Yo tengo una princesa de melena rubia, y un cuento a medias. Un cuento donde ella es la única protagonista, donde el final puede variar y un se marchó puede dar lugar a un segundo capítulo donde aparezca de nuevo, o donde igual sea la princesa la que se marche a buscar su felicidad lejos del reino, donde la sonrisa de la princesa vale mucho más que lo valiente, fuerte y guapo que sea el príncipe. Donde el final del cuento lo pone ella. Por que la princesa es la única que elige dónde, cómo, cuándo, y con quien. Y el cuento siempre será bonito porque está mi princesa.




Cova.

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