sábado, 26 de junio de 2010

Nada por aquí. Nada por allí.

“Hasta el 27 de julio que tengo la oposición, estaré por aquí”. No mientas, hombre... no mientas. Estamos todos. El chico que viste de domingo los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábados y... los domingos. Está el chico que golpea las teclas de la calculadora, ignorando por los tapones de los oídos, que cada número de esa operación provoca miniseísmos. También está la pareja de empalagosos que estudian medicina, los heavys que comparten apuntes de biología marina y el apuesto arquitecto.

Pero ni rastro de esas zapatillas que nunca me han gustado, ni de las camisetas con publicidad de asociaciones de deportistas. Tampoco está en el suelo apoyada esa mochila gris con una franja beige de tus años de instituto, ni ese estuche con pegatinas verdes. No hay pantalones vaqueros oscuros descuidadamente combinados con camisetas rojas, negras o amarillas... No veo carpetas amontonadas encima de la luz. Nadie entra sonriendo a la sala ni sale dando saltitos. No veo a nadie que sea una fusión perfecta entre Hugh Jackman, Chayanne y otros buenorros. A nadie le aguanto la mirada y ya no escojo estratégicamente mi sitio. Nadie me enciende la luz ni me pregunta qué me pasa.

He hecho siete simulacros de notitas. Cada una menos fresca y espontánea que la anterior. Salva incluso me hizo una propuesta con letras sombreadas en tonos negros y rojos. Un “vale por un café”, o un “Hola. Me llamo Abril, ¿tomamos un café?” y por si no le gusta el café, un... “me pones a setecientos por hora” o un simple “¿Te quieres casar conmigo?”.
Tengo la carpeta llena de notitas con mi propio número de teléfono y pidiéndome a gritos un café cortado del tiempo.

La octava, va para ti.


Abril.

4 comentarios: