viernes, 9 de marzo de 2012

Propinando

Cuando era una jovenzuela me gustaba ir al videoclub. Para mí no era el plan de banquillo, el suplente, el de si no sale algo mejor pues vamos al videoclub y alquilamos una peli. Qué fea esa frase… “alquilar una peli”…no me gusta. Ir al videoclub es especial, tiene algo de rito. Tiene que ser algo meticuloso, lento, parsimonioso. Ahora hace ya muchos años que no me doy el gusto de vivir esa experiencia. De recorrer los pasillos, de pedirle ayuda al dependiente, de sentir esa especie de responsabilidad al elegir una cinta. En mi pueblo hace demasiado tiempo que no tenemos videoclub y al final se me terminó olvidando lo que me gustaba.
Ahora he pensado que tengo que recuperar esta actividad. Aunque estos tiempos de libros digitales me lo ponga difícil. Aunque tenga que coger el metro y hacer 2 transbordos para alquilar una peli de cine clásico. Esto no es una apología a la no modernidad. No estoy en contra de las nuevas tecnologías. Faltaría más. Las utilizo y me gustan. Pero esto sí es una oda a lo romántico, a las bibliotecas y al olor de los libros viejos. A los pasillos, me da igual si son de películas o de libros. Es un canto a utilizar palabras que prácticamente no se usan, o que usamos mal. Poco y mal. Me gusta la palabra propinar. Y sólo propinamos golpes. ¿Por qué no propinamos besos? ¿Por qué no vamos al videoclub? Lo dice Nacho Vegas… “propinando es un gerundio que vale la pena utilizar”.

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